domingo, 18 de octubre de 2015

Rojo hace años


"Me duele la cabeza mamá, no entendés". Me quejo porque me gusta que me atiendan, porque me duele y me molesta, no quiero más este dolor. 
Pero me tropiezo y me gusta, me hago un tajo y me gusta: 
"Mirá mamá, me caí y mirá cómo sangra!" 
Qué exquisitez: hasta soy selectiva con los dolores, de chiquita aprendí eso con rapidez. 
Mirá mamá, cómo me cuido del invierno. Me tapo los brazos porque pienso que estaría mal si se nota alguna cicatriz, pero después me acuerdo que lo del día de ayer fue sólo un deseo que no puse en práctica. 
Vovía al colegio y hablaban de mí, 
rojo.
Iba a la calle y los hombres me acosaban, 
rojo.
Volvía a casa y me sentía sola, 
rojo.
La gente se aprovechaba de mí, 
rojo.
Ahora cada tanto me pego un par de piñas a mí misma y sangro. Es como una hemorragia interna: duele pero por ahora nadie se entera. 
No me culpo más por intentar ser tan gráfica: nace de mí, no soy una persona de tantas palabras. 
Pero sacudir un poco mi psiquis en vez de a mi cuerpo no está nada mal. 
Mirá má, duermo bien, hago dieta y ejercicio. A veces fumo y tomo pero es sólo un capricho. A veces me dan nalgadas pero yo mientras me río. 
Nadie nota que sangro en el cuerpo porque se me nota en los ojos, en las pupilas que se me dilatan y dentro de mi carita linda tengo dos agujeros negros. Es mñas cruel incluso, pero está bien, no me enojo. Es ley que hay que conservarse cambiando los motivos. A veces me tiento pero me doy cuenta que es innecesario. A veces duele tanto que pienso normal: pienso que es tonto aumentar el dolor. 
Capaz ya toqué fondo y ahora que decidí no ahogarme necesito mis brazos. Blancos, no rojos. Suban y busquen la superficie.

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