martes, 25 de octubre de 2011

Entropía

Se sentó en la mesa. Se deslizó de manera de hacerle notar al resto que quería esquivar su propia presencia. Quería hacerles notar lo poco notable que era. Quería quedarse callada para evitar el comentario ignorado, la sonrisa desganada, las miradas perdidas. 
Hacía un viaje astral en la comida; se imaginaba cómo sería todo si la cena hubiese sido aún más temprano, con un atardecer rosado y con un silencio confortable, de esos que son difíciles de conseguir sobre la superficie terrestre.
Los insultos eran evidentes, sólo faltaba reproducirlos. Sus labios sellados por la culpa y sus ojos vidriosos la dejaban sobreexpuesta, desnuda. Se caracterizaba por aturdir con el silencio.
El desorden se hizo evidente: es increíble cómo la gente tiende a manipular el ambiente, según la situación. A veces el individuo procede dramatizando, victimizándose, culpándose en exceso, echándoles a sus seres más cercanos y queridos toda la basura para que ellos la recojan con las manos en alto. A veces el individuo procede atenuando lo insoportable que es el sentido de su existencia trivializando, acariciando la herida, cubriendo con un manto fino durante una nevada, regalando un barrilete en un día de tormenta. 
Todo desemboca en la confusión; nos compenetramos en una selva oscura donde cada uno sigue a su ley y hace lo que le plazca (está tan, tan oscura que no podemos ver la lágrima del otro). La oscuridad se expande y hasta asfixia, deja sin aliento y el miedo llega con más agilidad al fondo del alma, homogeneizando el ambiente turbio... ya ni valen esas miradas al vacío que dicen tanto. La frustración se propaga y sólo genera manos temblorosas, lágrimas frías y figuras a lo lejos encorvadas, hasta que salta una pequeña entidad que brilla y dice: 




"Basta".



domingo, 23 de octubre de 2011

Sueño I


Creo que hacía frío afuera. Siempre hace frío afuera.
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, como si hubiese estado durante toda la eternidad y fuera cíclico. La necesidad de entrar en la estación de Castro Barros de la línea A, el olorcito a madera vieja, el sonido de los autos arriba mío pero como tapados por un frasco. La estación no está metida en la ciudad, sino que la ciudad está tapada fuera de la estación, fuera de mí.
Bajé las escaleras a un ritmo que podría haber sido marcado por compases. Había pasado un tiempo pero sin embargo conservaba un grado de agilidad típico de una joven entusiasta. La estación estaba vacía y el silencio era rotundo, mas me sentía con tanta vida como nunca antes. Tenía la oportunidad de sentarme en el asiento que yo quiera. Particularmente siempre dudé entre los opuestos de estar más cerca de la boca del subte, cerca de esa realidad ruidosa y mundana que tanto suele ponerme los pelos de punta o simplemente hundirme más en ese agujero sin fin. Opté por la segunda opción; el aire era más cálido pero a su vez conservaba una brisa débil, casi despreciable, confortablemente antinatural.
Creí que habían pasado horas y sin embargo aún no llegaba ese transporte que tal vez me llevaría aún más allá, ese traslado que tanto anhelaba pero que sin duda me llevaría a un lugar indeterminado.
Noté, en un abrir y cerrar de ojos, que no estaba sola. Del otro lado de la estación, esperando un rumbo totalmente opuesto, había una jovencita muy parecida a mí. No. Era igual a mí, sólo que más joven. Me percaté de su rostro más ovalado, de su mirada tan ingenua y hasta incluso me reí por lo bajo con una risita aguda cuando evalué con trabajo sus pechos casi imperceptibles.
Mi risa se desvaneció tan rápido como la llegada de esa intrusa: ésta comenzó a mirarme de soslayo y con un gesto un tanto insolente y resentido. Admito que por un instante me preocupé y creí que todo iba a estar perdido, pero luego retomé con una risa aún más fuerte, esta vez con una dosis de nervios. Pude percibir el sonido del tren llegando de su lado; pude percibir sus ojos hundidos en mí al ponerse en pie y pronunciar con sus finos labios “ya va a ser tu turno…”.
La estación perdió ese hermoso olor a madera vieja y sus tonos sepias fueron grotescamente interrumpidos por un rojo carmesí que hasta me hirió los ojos. Todo fue absurdo, innecesario y poco armonioso. Todo lo que hizo fue egoísta e inmaduro. Así pensaba ella antes. Así pensé yo. Así lo pensaré.
Entonces…

sábado, 22 de octubre de 2011


Father I have killed many angels,
I think.
I will now walk to the sea.
I hope I will someday forgive me
Please moor
my empty boat on a pier
I can blame for the blue blood that runs in my veins.
But I seem to forget that we are all the same.
In your own blaze of hate you've spawn the fear in many lifes
You've taken action thinking it was all said on the signs.
You cannot heal the feeling burning deep inside your spine
You now collapse, cave in revealing scabby marks of life
Mother I've seen too much, I hate to live my life.
Forgot every word you told me, stubborn little child, (angel of your life)
I have to find my Eden now, the gates I left behind.
But the pain will remain.
No power to gain.
Now I have time to dwell on, self awareness, dreadful crime.
I saw the colors too bright, not knowing that I was blind.

I slayed a man who took a chance and drank the forbidden wine.
The map I draw reveals that I have been complete, machine, in team.
Father I've seen too much, I hate to live my life.
Forgot every word you told me, stubborn little child, (angel of your life)
I have to find my Eden now, the gates I left behind.
The pain will remain.
No power to gain.
Mother where's your son.
When has this begun?
Who has been the fool?
No one was born to be a servant or a slave.
Who can tell me the color of the rain?
In the world that we live in, the things said and done
They can well overrun
The power of one.
No one was born to be a servant or a slave.
Can you tell me the color of the rain?
In the world that we live in, the things said and done
They can well overrun
The power of one.
To live and let die
To give hope and take life
Is that what you're here for?
To think that you are right
To make sure it won't fly
Is the making of a hate crime
In the lands of the brave,
In the homes of the land slaves,
We are all the same
I need to believe.
There's more than the eye can see
All colors of rainbow.
No one was born to be a slave.
Seek the past and place the blame
Tell me the color of the rain
No one was born to be a master.
In the land we live, we die
praise the oneness, praise the lie
To bind a web around the faker
We will need a true
Rainmaker
No one was born to be a slave.
Seek the past and place the blame
Tell me the color of the rain
No one was born to be a master.

jueves, 20 de octubre de 2011



No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. 
Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. 
Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.


Gracias.


~ Procesando ~