domingo, 29 de diciembre de 2013



Abrí el libro. Me dio la sensación de que había una gran historia adentro, que podría ser la mía o la de otros. Estaba algo insatisfecha con el comienzo, pero luego me di cuenta que el libro escondía algo particular entre sus hojas. Necesitaba sacarlo, pero ¿cómo? Entonces escarbé entre esa sopa de letras sin sentido que no me convencía. Seguí y seguí escarbando hasta que se formó un gran hueco. Las letras, poco a poco, se desvanecieron, como si un chorro de tinta mágíca hubiese caido sobre las hojas. Tal vez en el fondo se trataba de magia... El libro, totalmente pálido y ausente de tinta, me desafiaba a que yo escriba nuevamente en él. Pensé que lo mejor era darle un descanso a mi mente, después de tanto trabajo en toda su vida, después de tanto intento de descifrar lo que escondía ese kilo de hojas, ese kilo de alma que me pesaba. No sé si fue pura prostitución, o si fue verdaderamente darle el alma a alguien, pero parte de mis recuerdos quedaron entre ese hueco por siempre, llenándolo al fin. En fin, la magia de escribir esto mismo, y que algún (des)afortunado lo lea: es un trabajo importante para cualquier ser humano de este mundo depositar confianza. Arriesgarse. Tomar los pensamientos de uno mismo y confiárselos a alguien para que pueda reflexionar y aprender. Liberarse.


sábado, 28 de diciembre de 2013

En este post no pretendo escribir bien ni algo pseudopoético ni alguna prosa, sino dejar bien en claro lo que quiero para que, cuando pueda releerlo, lo sepa entender a la perfección.


Quiero bailar. Ya estar una semana sin las clases me está costando... Y me gustaría ser realmente buena. Creo que en determinadas cosas de la danza tengo algo de facilidad y me gustaría explotarlo
Quiero cantar. Aunque cante horrible, quiero cantar a gritos en la ducha.
Quiero salir a caminar y perderme. Hace mucho que no hago eso, aceptaría hacerlo tanto con alguien como sola, simplemente caminar y mirar el paisaje. Si estoy con alguien, hablar de cosas del día a día y sentir algo de paz.
Pero también quiero caos. Quiero descubrir nuevos lugares y chocarme con gente sudorosa, quiero ir al recital de Sonata Arctica, quiero ir a bailar.
Quiero dibujar mejor. Sé que tengo un poco más de habilidad sobre el promedio, simplemente debería practicar más.
Quiero leer mucho. No sólo porque me encanta leer, sino también porque es un trabajo importante para la introspección, y sé que últimamente me estoy evadiendo a mí misma.
Quiero aprender cosas nuevas de mi carrera. Me encantaría hacer algún curso y en lo posible, remotamente, conseguir un trabajo para pagar mis cosas.
Quiero ir al gimnasio. No tengo un cuerpo y un estado físico que me satisfagan en este momento al igual que desde hace varios años... todo sigue igual. Es tan sólo inscribirse.
Quiero ver películas, sea sola, con alguien más o en grupo. Quiero llorar con alguna.
Quiero conocer gente nueva. Me encantaría conseguir dentro de este mundo que no me cae muy bien a más gente que sí me caiga bien, que les tome cariño.
Quiero rendir y cursar materias y no tener que estresarme tanto.
Quiero fluir más. Quiero tomarme las cosas más a la ligera, pero no por una cuestión de sacarles importancia, sino para saber que en el fondo confío en mí misma y que sé que voy a poder solucionarlo.



Simplemente, un par de cosas que quiero lograr desde este nuevo año que está por llegar hasta un futuro no muy lejano. Espero ponerme las pilas, a pesar de todas las recaídas que tuve este año (algunas bastante severas), de las ideas y vueltas con mi terapia y de todas las negaciones y privaciones que me hago.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Idílica

Los cristales se rompen, pero sólo era una amenaza más. 
El hombre, una simple silueta tosca, a contraluz. La mujer, un inexplicable perlado de piel que escurría brillantes partículas incluso con la poca luz que entraba. 
El asaltante estaba esperando su encuentro. Se entristeció al ver que la situación no ameritó la reacción que se esperaba. La mujer, silueta parpadeante de lujuria aunque enmohecida, prefirió fundirse en el silencio y aparentar una mirada vítrea. Sí, los cristales se rompen, y nunca pueden volver a su forma original.
El hombre, a decir verdad, no era un hombre. No importaba eso: era un chasquido, una mentira, un simple falo, una molécula de agonía. Sería delito confundirlo con una persona de bien, pensó la desdichada.
- ¿Qué me venís a arrebatar?, lo provocó.
- Sólo un poco de tu alegría- desafió. Un poquito de esos pómulos marcados, un poco de esa mirada esperanzada, un poco de tu día, pero un poco es tan sólo una pavada. 
La mujer, a decir verdad, no era una mujer. Sin embargo usó la estrategia correcta: una mirada truculenta para que el atacante entienda. La luz se apagó. El brillo y la lujuria se habían ido. El hombre se entumeció, cayó al piso y sólo pudo ver la mezcla fatal entre su sangre y los pedazos de vidrio. Levantó la mirada, buscó a su objetivo, pero ya no estaba más… se había ido. Y junto a él, tan sólo un reflejo vago en la penumbra, pudo ver el cristal intacto, más reluciente que nunca.

lunes, 21 de octubre de 2013


Por favor, no te olvides de esa movida tan estratégica de jugar al ping-pong en cámara lenta, para que no sea tan obvio para el resto pero para que yo pueda ver con detalle la estupidez humana que brota de tu boca. Es absolutamente necesaria para mí. Es absolutamente necesario que tomes lo que pienso, lo que siento, lo que proceso y lo que digo y lo amoldes como se te plazca y lo destruyas por completo. Me encanta la destrucción.


Es increíble el problema de ego que tenés...

miércoles, 16 de octubre de 2013

Allá vienen

Querido amigo: Hoy de nuevo soñé con lobos. Soñé que entraba a una ciudad oculta detrás de unas rocas en el medio del océano. La ciudad estaba llena de gente, pero no parecía tener vida. Me dijeron que no le tema a los lobos, que iban a estar por todas partes, pero yo sabía que ellos me podían hacer daño como uno puede apreciar tranquilamente por algún programa yanki de la tele. Acá eran en serio, amigo, y realmente estaba asustada. Sin embargo vos me brindaste cierta confianza hacia ellos. Me enseñaste que son un buen cazador pero no tienen azarosamente ese parecido tan fiel a los caninos que nos reciben en nuestros cálidos hogares una vez que llegamos después de un arduo día. Yo creo que vos más bien sos un perro, esa tontería de que los lobos van mejor con vos no es cierta. Yo sé que en el sueño vos también tenías miedo, aunque querías asimilarte con esa tonta idea de vagar solo sin que nadie te comprenda, autoabastecerte con tu sufrimiento y tragártelo entero, como un pedacito de carne de algún antílope. Esa sensación de ir con una manada pero observar de reojo sólo las huellas de tus cuatro patas... ¿No te parece escalofriante? Es por eso que ese sueño parecía una pesadilla; no estoy exagerando. Esa sensación de estar en conjunto pero estar solo, tener esa mirada desolada y a la vez desafiante, punzante, no puede deberse a buenos augurios. ¿No te hace acordar a la soledad? ¡Y me estaban rodeando los lobos, amigo! ¡Me estaba rodeando!

domingo, 13 de octubre de 2013

Sólo hay una o dos cosas que hoy me hacen feliz, y son las más felices de todas.

sábado, 12 de octubre de 2013



Tal vez se trate del destino. Tal vez estuvimos diseñados para encontrarnos en el lugar exacto, en el momento exacto, y luego desaparecer, como dos líneas rectas -dos vidas rectas- que nunca más se van a poder interceptar. A diferencia de esta historia ficticia en la que tanto me identifiqué hace años -más real que las reales-, esta vez creo que lamentablemente una parte de mí no se va a quedar allá, y menos la mitad. Me arrebaté toda, amigo, porque lamentablemente no todas estas vidas valen la pena. Lamentablemente, esta es una prueba escueta de que la razón de nuestro encuentro y nuestro tiempo juntos sea el separarnos, romper esas agujas de ese viejo reloj. Supongo que es hora de comprar otro.


jueves, 3 de octubre de 2013

Efímero

Me pregunto, especialmente ahora, que me encuentro corriendo en el bosque, sola: ¿Esto es real? Quisiera que dure para siempre, ese sentimiento de correr, pero sin perseguir nada, sin huir de nada ni de nadie. Que la única distancia que sienta es la que me falta para llegar a la cima de una montaña. Esa sensación de frío exterior, pero de tener este corazón palpitándome a velocidades incontrolables. Simplemente dejarme soltar, dejarme ser. Sentir el barro húmero, la neblina penetrándome en el cuerpo y empalideciéndome, pero estar más viva que nunca. ¿Será posible esto de sentir tanto mis latidos, al punto de querer arrancarme el corazón? Podría dártelo sin pedir que me jures que lo vas a cuidar. Envolverlo en un papel lindo, y regalártelo.

Yo ya estoy con él, me voy a internar en el bosque y voy a desaparecer, al menos por un instante. Al menos por ese instante, nunca voy a sentirme sola, nunca voy a sentir que me falta el corazón. No me falta nada. Estoy acá.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Esta poca experiencia que tengo que se acerca a la muerte me hace acordar que estoy viva.

lunes, 12 de agosto de 2013


No sé si realmente estoy estancada. Tal vez me gusta verme así porque hasta suelo tener empatía por los sentimientos más incómodos. En cierto punto, eso es cómodo.
No sé si estoy podrida, sólo estoy harta. Cada vez pretendo evolucionar más rápido, pero tengo que entender que eso no va a ser posible. Las cicatrices van a seguir estando, van a seguir ardiendo, pero lo único que puedo hacer es seguir. Me indigna saber que sigo teniendo los mismos temores que la Tina de diecisiete años, que la de trece, que la de ocho. Hay muchísimas actitudes que debo corregir para romper esa barrera.
Quiero madurar, me encanta intentar dar lo mejor de mí como haría una nena ilusa, y aspirar a lo (casi) imposible.
Espero algún día comprender la clave de cómo dejar de ser tan masoquista y a la vez sádica conmigo misma. Espero entender que no voy a poder borrar mis inseguridades de un día para el otro, pero que eso no quita que les puedo hacer frente con dignidad. A veces pienso que por momentos me encanta saborear de la atención que requiero del resto, pero que sigue sin completarme. Incluso con mi pareja, mis amigos, mi familia. Un extraño vagando en la calle. 
No sirve; creo que ni momentáneamente... sólo es una manera barata de reconfortarme.
Debo recurrir a lo que soy buena: a la sinceridad, a la transparencia, a la dignidad, a la lealtad. ¿A dónde se me escapan esas cosas cuando me siento insegura? ¿De dónde proviene tanta inseguridad? ¿No estaré exagerando, dramatizando, como hago casi siempre? ¿No estaré siendo exigente conmigo misma? ¿Podría ser aún más rebuscado?
Todavía no entiendo cómo funciono. Lo interesante es que quiero creer que hay reglas. Tal vez sea más fácil proceder considerando con qué no funciono. La inseguridad, definitivamente, no me hace funcionar. Tengo que aprender a encararla, y no a huir de ella como suelo hacer. Eso es menospreciarme, es dejarme de lado. Significa que no me quiero hacer cargo porque ni siquiera me considero lo suficientemente importante como para que valga la pena... Quiero lidiar con ella así la puedo digerir. Uno de los placeres más masoquistas que voy a encontrar va a ser ese. ¿Cómo? Aún no lo sé muy bien, pero al menos sé que si quiero, si pongo voluntad y pienso bien, puedo enfrentarme a mis propios demonios. Ese es mi empuje. 
No necesito, como pensaba erróneamente antes -y qué vergüenza-, que ese empujoncito sea algo malo que me suceda. ¿Qué me hizo pensar semejante estupidez? ¡Ya tengo bastantes problemas! ¿Por qué reclamar más? Sólo neecesito de mí misma para impulsarme y encontrar el equilibrio. Basta de los demás: toda la gente que amo me puede ayudar pero desde otro ángulo. Para esto debo estar sola y enfrentar el mundo en esa condición. Soy un animal, soy un lobo, y tengo que sobrevivir autoabasteciéndome. Basta de intentar sujetarme a cosas externas a mí, eso sólo muestra lo necesitada que estoy de ponerme en segundo plano, o aún más bajo. Todos mis celos, mis dudas, mis falsas ilusiones, se dan porque mezclo la necesidad de amar y ser amada por otros con la necesidad de amarme a mí misma primero. Basta de pensar que esa es la solución; la solución está acá, frente al espejo.

jueves, 8 de agosto de 2013

Cuando sea vieja


Cuando sea vieja voy a ser delgada, algo fláccida, con arrugas simpáticas abrazando mis ojos, seguramente no tan celestes. Ojos grises, de un color más desaturado por la vida que haya llevado; gastados por todos los dolores que haya enfrentado por todas las veces que los forcé a mirar adelante, cuando mi corazón quería ir para atrás.
Mi boca va a estar más fina que nunca; va a estar sellada. Va a estar, espero, más machucada por haberme animado a decir todo y lo suficientemente vacía por no haberme guardado nada.
Mi cuerpo será como una antigua reliquia, una verdadera representación de una cajita de recuerdos. Va a ser muy viejo y quedará opacado frente a los otros, pero va a estar cargado de muchas más historias, de grandes ilusiones y de gigantescas decepciones. Tal vez a un alma joven e ingenua, como es la mía ahora, se conmueva al ver que desafío el duro pavimento al caminar y que me aferra a esta tierra.
Cuando sea vieja mis cinco sentidos van a estar embriagados, pero lo bueno es que voy a tener algo que hoy no tengo claro. Voy a luchar por ver claramente las virtudes que me ofreció mi vida; voy a  hacer lo imposible por recordar el olor de alguna persona que amé, y otros intentaré olvidarlos; voy a impedir la insensibilidad en mi tacto; voy a alcanzar desde los recuerdos más felices hasta los tristes; voy a oír sólo lo que sea justo para mí, porque -aunque no parecerá- voy a ser aún más fuerte que ahora para elegir a mi voluntad; voy a saborear con gusto todo lo agrio que hoy no puedo tragar. 

Por último y más importante: voy a tener un sexto sentido. Un tintineo en la profundidad de mi ser que no dejará que se nuble mi juicio, que se sentirá presuntuoso al no abandonarme nunca y guiarme cuando esté mal y que al fin me va a susurrar el bien y el mal al oído.

lunes, 29 de julio de 2013

Claroscuro

Uno se acuesta, se acurruca y se pone a llorar. La habitación a la madrugada se ve como una pocilga abandonada. Se está en medio de la oscuridad y se olvida del mundo. Es ahí cuando recuerdo que soy yo. 
Me ahogo en mis lágrimas y en mis caprichos y sólo puedo ver negro; me confundo, me mareo, me incomoda; incluso me da miedo. Me pregunto por qué, y recuerdo que desde tiempos ancestrales he pensado que la oscuridad, irónicamente, tiene su lado locuaz. Abro mis ojos con dificultad y noto esa nada tan característica que ni llega a ser negro. No tiene nombre, porque es la ausencia pura, pero se encuentra ahí y me desafía. Al poco tiempo de calmarme logro diferenciar mis cosas: mi mesa de luz repleta de cosas, la puerta, el espejo roto, mostrando una versión tenebrosa de mí, pero que a la vez me seduce... A veces no me queda otra que prejuzgar, y no está bien: a la oscuridad no hay que prejuzgarla, y menos a la noche. No hay que evadirla intentando aclararlo todo. Hay veces que ella nos brinda un lado diferente mucho más brillante que el normal. La oscuridad tiene ese sabor tácito que no tiene nombre pero es delicioso. La oscuridad saca a la luz todo aquello perdido, humillante, sordo. Nos ayuda a encararlo para que luego, de día podamos vernos superados...


[Escrito a mano hace meses]

viernes, 26 de julio de 2013

Lo imposible

A veces me gustaría que entiendas algunas cosas. 
Me gustaría que entiendas por qué se me ocurre ser exigente. Me gustaría que realmente te intereses en entenderlo. Pero creo que es demasiado pedir... Yo hablo de igualdad, pero es obvio que somos diferentes, que vos no me entendés y que menos yo te entiendo a vos. Sin embargo, de todo corazón, me gustaría saber si tenés una idea de cómo se siente. De cómo se siente que te mientan en la cara, y que te digan de una forma tan falsa "perdón". Me gustaría saber, exijo saber, por qué tanta cobardía. Me gustaría que me ayudes a pensar qué es lo que hice mal para que entre nosotras haya tan poca comunicación. 
Sé de varios caminos tortuosos que tomé. Sé que pido más de la cuenta de mi parte. Sé que pido que hagas algo que vos naturalmente no harías, porque no serías vos, y sé que está mal. Pero... a veces simplemente me siento sola, y siento que estoy absolutamente desvalorada, todo por una conducta idiota ajena a las mías. Siento que soy una idiota por querer tener un alma amiga como vos. Pero sólo soy conciente de que siento y que gracias a eso respiro. Que en el fondo no me importa tanto lo que ya tanto castigué de vos, sólo pido que en este presente tan difuso me des la mano y me guíes hacia lo que buscás de mí. ¿Buscás algo que esté relacionado conmigo? Me encantaría meterme en tu cabeza, pero es imposible. Sólo tengo que esperar como una idiota, a algún día darme cuenta que sí me querés pero a tu retorcida manera. Darme cuenta que por suerte no hay otro invididuo como yo y que te olvidaste de saludar a todos tus amigos y no particularmente a mi egocéntrico ser.

[Una carta imposible]

miércoles, 24 de julio de 2013

Otro café

Te empiezo a contar de mi día. Tenés esos ojos enormes, esa mirada expectante, esperando a que termine de hilar mis ideas. Qué paciencia. 
También sé de otra cosa: esa manía de tus ojos al brillar cuando digo una idiotez, cuando me faltan las palabras o cuando me sobra timidez. Esos pómulos de júbilo, que sólo se hacen visibles cuando yo soy yo (Gracias). Esas manchitas alborotadas que corretean por tus mejillas, esa idea loca de pensar que quieren mostrar ese desorden tan armónico -irónico- que hay dentro tuyo. Todo quiere emerger. Es una ola que me atrapa, me coloniza, me perfuma. 
Entonces mi estómago está lleno, y sin embargo es imposible decir que no. Déme otro café, se lo suplico, señor. Gracias. Gracias a vos.

martes, 16 de julio de 2013

Mi filosofía

Otra vez esa idea falsamente inocua de que todo esto tiene un sentido. Retorcida como soy, intento agarrar el filo que me desata de estas cuerdas. Parece lejano. Te veo, incluso a vos, lejana... a todos. Pronto me doy cuenta de la indudable perspicacia que tiene el filo. Supongo que a veces hasta me encariño con un pensamiento fugaz. Estoy abarrotada -otra vez-, y de repente siento que al fin me libero; es instantáneo. Esto me desata, esto me obliga a respirar hondo y concentrarme. Esto me disciplina. Entonces no tengo que pensar, simplemente seguir con esta doctrina dictada por mí misma. Así se me facilitan las cosas. Así, irónicamente, no siento tanto dolor. Así, al fin, estoy menos afligida.


Gracias, endorfinas, por ser mi compañía...

El centinela




Entra la luz y me recuerdo; ahí está.
Empieza por decirme su nombre, que es ya se entiende) el mío.
Vuelvo a la esclavitud que ha durado más de siete veces diez años.
Me impone su memoria.
Me impone las miserias de cada día, la condición humana.
Soy su viejo enfermero; me obliga a que le lave los pies.
Me acecha en los espejos, en la caoba, en los cristales de las tiendas.
Una u otra mujer lo ha rechazado y debo compartir su congoja.
Me dicta ahora este poema, que no me gusta.
Me exige el nebuloso aprendizaje del terco anglosajón.
Me ha convertido al culto idolátrico de militares muertos, con los 
que acaso no podría cambiar una sola palabra.
En el último tramo de la escalera siento que está a mi lado.
Está en mis pasos, en mi voz.
Minuciosamente lo odio.
Advierto con fruición que casi no ve.
Estoy en una celda circular y el infinito muro se estrecha.
Ninguno de los dos engaña al otro, pero los dos mentimos.
Nos conocemos demasiado, inseparablemente hermano.
Bebes el agua de mi copa y devoras mi pan.
La puerta del suicida está abierta, pero los teólogos afirman que
en la sombra ulterior del otro reino estaré yo, esperándome.


[Borges]

martes, 9 de julio de 2013

Cinchada


¿Esto es un juego? Porque no me resulta divertido.
Estos días no paré de pensar en vos. No sé con qué ojos mirarte. No sé si soy sincera al ver tus ojos o si sigo siendo un frustrado intento de hipócrita. De todos modos, nunca fuiste una persona muy perceptiva (o en todo caso, bastante negadora), y eso me vino, desde un punto de vista insulso, bastante bien.
A veces me pregunto si esto es una chinchada. Siento, de nuevo, que yo soy una inútil que está parada en medio de una soga, y me tironean para los dos lados. ¿Es posible que me ponga en una situación tan cómoda, pero a la vez tan peligrosa? Me pregunto, también, si es posible ponerme desde el punto de vista más sincero en otra posición. Siempre soy la que tarde en decidirse, la que no está de ningún bando en especial, la que está en el medio, la que intercepta, la ambigua, pero la que sufre más en vano. ¿Qué me importa quién gane? ¿¡Qué me importa quién tenga más fuerza!? Me encantaría ser por una vez en mi vida la protagonista de mis historias, y no un simple personaje secundario del cual no quiero escribir su guión. La gran pregunta es, qué es lo que debo hacer cuando ni siquiera puedo ver la cara de ambos contrincantes. Cómo debo hacer si ni siquiera sé qué pasó, ni cómo pasó, ni por qué pasó.
A veces odio ser tan imaginativa y a la vez tan desconfiada. Es un cocktail que me deja con una resaca tácita, en la que puedo imaginarme que cada persona a mi alrededor tiene todos los puntos para que yo esté a la vigilia, haciéndome la idiota, esperando a que al fin intente atacarme. Entonces sería fácil, porque estaría totalmente entrenada para ganarle en la soga. Mientras no se me entrelace en mis manos...

jueves, 13 de junio de 2013

Romper el espejo

… Tal vez sea la mejor solución para mi autoestima. Romper las esperanzas y apuntarse (hacia abajo) entre la sigilosa hipocresía que me rodea todos los días.
Pero… ¿Sabés qué? Siempre fui algo rebelde.




lunes, 10 de junio de 2013

Incertidumbre

"s. f. Falta de conocimiento seguro o fiable sobre una cosa, especialmente cuando crea inquietud en alguien".


Siempre tuve la manía de buscar palabras en el diccionario. Cualquiera que esté leyendo esto, seguramente estará pensando "Sí, es bueno aprender nuevas palabras". 
En general es lo contrario. Me gusta revolver y revolver, y llegar a una partecita de mi cabeza donde puedo leer una palabra iluminada, conocida y sin embargo sorpresiva. Entonces, lo siguiente que hago, es simplemente buscar de nuevo su significado exacto, después de haberla anotado en una vieja hoja de papel -muchas veces sé que intento huir de alguna, y en una pelea de ego contra ego, intento hacer que gane mi parte luchadora. Esa palabra que vino estos días a mi mente (realmente, esta vez no quise revolver entre tanta basura acumulada) fue la de incertidumbre.
¿Podrían creer si les digo que me conmoví al ver lo que apareció? La palabra fiable, es una que también me gustaría buscar en este momento.
Siempre me caractericé por ser una persona muy romántica. A veces simplemente prefería enterarme de una verdad dolorosa. A veces simplemente prefiero ahogarme para saber que puedo morir, y por lo tanto, que estoy viva. Es irónico, porque en este preciso momento siento que padezco (sí, padezco) de una incertidumbre que constantemente prefiero esquivar. 
Rescato que puedo sacar una humilde conclusión, más que obvia, pero que no deja de ser valiosa: no hay nada más doloroso que dudar. Es un puñal clavándose en tu espalda, la mía, y la de ellos en cámara lenta, filmado por vos mismo. Sí, por vos. Cuanto más vago es un recuerdo, cuanto más ambigua es una situación, cuanto más se frunce el entrecejo al pensar y pensar algo que debería convencer, más difícil es manejar una situación. Menos se puede confiar en el otro. Menos podés confiar en vos. Menos esperanzas tenés de confiar en alguien. Menos esperanza tengo yo en confiar en alguien. Menos entiendo la situación. Menos tengo ganas de entenderla. Menos inteligencia adquiero. Menos fortaleza gano. Más pierdo.
La verdad es algo tan valioso, y tan subestimado por la gente... A veces temo buscar esa palabra en el diccionario. Tengo el amargo presentimiento de que la hoja podría estar arrancada.

jueves, 6 de junio de 2013

Cicatrices

Ese momento
donde recuerdo
cada cicatriz
Y en vez de sentir dolor en ella
siento ese extraño,
sorpresivo...
cosquilleo.

¿Típico?
Y me doy cuenta
que rascarse
y escarbar
abre un poco la herida
pero genera un placer tan grande
como estirarse,
luego de un cansador día...

miércoles, 15 de mayo de 2013

La inocencia sí puede ser irrumpida por una tormenta de cuchillas. Mis venas no tienen memoria, pero de algún modo ulterior palpitan por algún resabio. Hacen temblar mis manos, y la flor de cristal que por tanto tiempo conservé, cae y se quiebra en mil pedazos. ¿Podré juntarlos? Sí, pero nunca va a volver a ser tan linda esta flor...

lunes, 13 de mayo de 2013

Cuando voy por la calle, 
se me acerca un hombre, 
y saca de su galera 
una flor marchita,
diciéndome que mis ojos son fríos,
que mi mirada es penetrante,
que mis pupilas son dos filos,
sólo puedo pensar, alarmante,
que en él hubo un desvarío.
Que es imposible creer
que después de tanta indecisión,
después de tanta indignación,
después de tanta... digestión,
hubo sólo una forma de ver.
Que por cuanta tormenta que pase
es imposible para mí enfriarme.
Que a veces finjo, me hiero, 
pensando que algún día
pueda mostrar con lejanía
que no estoy en agonía.
Que un animal fiero
acecha en mis ojos
que es imposible sacarlo
cada vez que miro.
Es todo mentira.
Un ruido más hondo
sólo quiere calmarme
y pensar sin alarmarme
que sólo estoy viva.
Que el sufrir está,
pero que fortalece.
Que el temor está,
pero se desvanece.

Que no sirve que sea hielo
cuando el agua me rejuvenece.
Y si la próxima vez
se acerca un hombre
y saca de su galera
una flor marchita,
voy a sujetarla, firmemente
y hacerle entender
que toda mirada confusa
tiene un trabajo que amerita.