lunes, 29 de julio de 2013

Claroscuro

Uno se acuesta, se acurruca y se pone a llorar. La habitación a la madrugada se ve como una pocilga abandonada. Se está en medio de la oscuridad y se olvida del mundo. Es ahí cuando recuerdo que soy yo. 
Me ahogo en mis lágrimas y en mis caprichos y sólo puedo ver negro; me confundo, me mareo, me incomoda; incluso me da miedo. Me pregunto por qué, y recuerdo que desde tiempos ancestrales he pensado que la oscuridad, irónicamente, tiene su lado locuaz. Abro mis ojos con dificultad y noto esa nada tan característica que ni llega a ser negro. No tiene nombre, porque es la ausencia pura, pero se encuentra ahí y me desafía. Al poco tiempo de calmarme logro diferenciar mis cosas: mi mesa de luz repleta de cosas, la puerta, el espejo roto, mostrando una versión tenebrosa de mí, pero que a la vez me seduce... A veces no me queda otra que prejuzgar, y no está bien: a la oscuridad no hay que prejuzgarla, y menos a la noche. No hay que evadirla intentando aclararlo todo. Hay veces que ella nos brinda un lado diferente mucho más brillante que el normal. La oscuridad tiene ese sabor tácito que no tiene nombre pero es delicioso. La oscuridad saca a la luz todo aquello perdido, humillante, sordo. Nos ayuda a encararlo para que luego, de día podamos vernos superados...


[Escrito a mano hace meses]

viernes, 26 de julio de 2013

Lo imposible

A veces me gustaría que entiendas algunas cosas. 
Me gustaría que entiendas por qué se me ocurre ser exigente. Me gustaría que realmente te intereses en entenderlo. Pero creo que es demasiado pedir... Yo hablo de igualdad, pero es obvio que somos diferentes, que vos no me entendés y que menos yo te entiendo a vos. Sin embargo, de todo corazón, me gustaría saber si tenés una idea de cómo se siente. De cómo se siente que te mientan en la cara, y que te digan de una forma tan falsa "perdón". Me gustaría saber, exijo saber, por qué tanta cobardía. Me gustaría que me ayudes a pensar qué es lo que hice mal para que entre nosotras haya tan poca comunicación. 
Sé de varios caminos tortuosos que tomé. Sé que pido más de la cuenta de mi parte. Sé que pido que hagas algo que vos naturalmente no harías, porque no serías vos, y sé que está mal. Pero... a veces simplemente me siento sola, y siento que estoy absolutamente desvalorada, todo por una conducta idiota ajena a las mías. Siento que soy una idiota por querer tener un alma amiga como vos. Pero sólo soy conciente de que siento y que gracias a eso respiro. Que en el fondo no me importa tanto lo que ya tanto castigué de vos, sólo pido que en este presente tan difuso me des la mano y me guíes hacia lo que buscás de mí. ¿Buscás algo que esté relacionado conmigo? Me encantaría meterme en tu cabeza, pero es imposible. Sólo tengo que esperar como una idiota, a algún día darme cuenta que sí me querés pero a tu retorcida manera. Darme cuenta que por suerte no hay otro invididuo como yo y que te olvidaste de saludar a todos tus amigos y no particularmente a mi egocéntrico ser.

[Una carta imposible]

miércoles, 24 de julio de 2013

Otro café

Te empiezo a contar de mi día. Tenés esos ojos enormes, esa mirada expectante, esperando a que termine de hilar mis ideas. Qué paciencia. 
También sé de otra cosa: esa manía de tus ojos al brillar cuando digo una idiotez, cuando me faltan las palabras o cuando me sobra timidez. Esos pómulos de júbilo, que sólo se hacen visibles cuando yo soy yo (Gracias). Esas manchitas alborotadas que corretean por tus mejillas, esa idea loca de pensar que quieren mostrar ese desorden tan armónico -irónico- que hay dentro tuyo. Todo quiere emerger. Es una ola que me atrapa, me coloniza, me perfuma. 
Entonces mi estómago está lleno, y sin embargo es imposible decir que no. Déme otro café, se lo suplico, señor. Gracias. Gracias a vos.

martes, 16 de julio de 2013

Mi filosofía

Otra vez esa idea falsamente inocua de que todo esto tiene un sentido. Retorcida como soy, intento agarrar el filo que me desata de estas cuerdas. Parece lejano. Te veo, incluso a vos, lejana... a todos. Pronto me doy cuenta de la indudable perspicacia que tiene el filo. Supongo que a veces hasta me encariño con un pensamiento fugaz. Estoy abarrotada -otra vez-, y de repente siento que al fin me libero; es instantáneo. Esto me desata, esto me obliga a respirar hondo y concentrarme. Esto me disciplina. Entonces no tengo que pensar, simplemente seguir con esta doctrina dictada por mí misma. Así se me facilitan las cosas. Así, irónicamente, no siento tanto dolor. Así, al fin, estoy menos afligida.


Gracias, endorfinas, por ser mi compañía...

El centinela




Entra la luz y me recuerdo; ahí está.
Empieza por decirme su nombre, que es ya se entiende) el mío.
Vuelvo a la esclavitud que ha durado más de siete veces diez años.
Me impone su memoria.
Me impone las miserias de cada día, la condición humana.
Soy su viejo enfermero; me obliga a que le lave los pies.
Me acecha en los espejos, en la caoba, en los cristales de las tiendas.
Una u otra mujer lo ha rechazado y debo compartir su congoja.
Me dicta ahora este poema, que no me gusta.
Me exige el nebuloso aprendizaje del terco anglosajón.
Me ha convertido al culto idolátrico de militares muertos, con los 
que acaso no podría cambiar una sola palabra.
En el último tramo de la escalera siento que está a mi lado.
Está en mis pasos, en mi voz.
Minuciosamente lo odio.
Advierto con fruición que casi no ve.
Estoy en una celda circular y el infinito muro se estrecha.
Ninguno de los dos engaña al otro, pero los dos mentimos.
Nos conocemos demasiado, inseparablemente hermano.
Bebes el agua de mi copa y devoras mi pan.
La puerta del suicida está abierta, pero los teólogos afirman que
en la sombra ulterior del otro reino estaré yo, esperándome.


[Borges]

martes, 9 de julio de 2013

Cinchada


¿Esto es un juego? Porque no me resulta divertido.
Estos días no paré de pensar en vos. No sé con qué ojos mirarte. No sé si soy sincera al ver tus ojos o si sigo siendo un frustrado intento de hipócrita. De todos modos, nunca fuiste una persona muy perceptiva (o en todo caso, bastante negadora), y eso me vino, desde un punto de vista insulso, bastante bien.
A veces me pregunto si esto es una chinchada. Siento, de nuevo, que yo soy una inútil que está parada en medio de una soga, y me tironean para los dos lados. ¿Es posible que me ponga en una situación tan cómoda, pero a la vez tan peligrosa? Me pregunto, también, si es posible ponerme desde el punto de vista más sincero en otra posición. Siempre soy la que tarde en decidirse, la que no está de ningún bando en especial, la que está en el medio, la que intercepta, la ambigua, pero la que sufre más en vano. ¿Qué me importa quién gane? ¿¡Qué me importa quién tenga más fuerza!? Me encantaría ser por una vez en mi vida la protagonista de mis historias, y no un simple personaje secundario del cual no quiero escribir su guión. La gran pregunta es, qué es lo que debo hacer cuando ni siquiera puedo ver la cara de ambos contrincantes. Cómo debo hacer si ni siquiera sé qué pasó, ni cómo pasó, ni por qué pasó.
A veces odio ser tan imaginativa y a la vez tan desconfiada. Es un cocktail que me deja con una resaca tácita, en la que puedo imaginarme que cada persona a mi alrededor tiene todos los puntos para que yo esté a la vigilia, haciéndome la idiota, esperando a que al fin intente atacarme. Entonces sería fácil, porque estaría totalmente entrenada para ganarle en la soga. Mientras no se me entrelace en mis manos...