lunes, 5 de noviembre de 2012

Sueño II

Es curioso cómo a veces me atrapo yo misma. ¿Es eso posible? Me desperté y sí, era un sueño. Me desperté y estaba todo oscuro, el aire estaba hecho de carbón. Mi habitación se encontraba igual de desordenada que siempre, pero había cierta cosa impersonal. Me sentía asfixiada, herida y sucia… especialmente sucia. No sabría cómo explicarles lo que es sentir que todo da vueltas cuando apenas podía percibir mis propios sentidos. Lo primero que hice fue tantear. En situaciones pavorosas donde el nivel de adrenalina sube uno empieza a pensar que está metido en una selva y sólo anhela salir. Me di cuenta que en mi mesa de luz había algo húmedo. En un momento pensé que simplemente era la reencarnación de algo terrible, y esperé a que me matara. Pero no. Lo peor [y lo mejor] es que seguía viva, que nunca pude tomar el camino fácil. 

Lo otro peor [sí, siempre hay más de un peor] es que me encanta fantasear y soy muy lábil a pensar que las cosas pudieron haber sido mejor, que era un simple monstruo que me iba a comer.
Noté, entonces, que encarecidamente lo húmedo era un preservativo usado. Esa idea me retornó a la realdad; mi habitación volvía a ser la misma de siempre, el carbón se había disipado y recordé los desengaños, la pureza, las mentiras… ya nada podía arrancarme de la realidad, la pegajosa y asquerosa realidad. Ya nada podía ser tan burdo como lo era mi propia vida. Entonces me levanté y me desesperé. Como una ola, de forma tan agraciada pero tan poco sutil, me arrasó la oscuridad. Por un momento sentí que fue un abrazo entre amigos después de al fin darse cuenta que eran el uno para el otro. Penetré en el carbón y simplemente me dejó ser. Una voz latosa me recitó un ultimátum: “Tu violador está en tu departamento, intentá encontrarlo”. Mi violador, era yo misma. Me paré. Mis piernas temblaban y podía sentir mis latidos. Seguí tanteando. Encontré el interruptor de la luz, pero no logró encenderse –sí, habría sido un logro de lo contrario.
Estaba muerta. Logré, en estos tiempos, anticiparme a los hechos tan concretos y predecibles, en especial los malos. El interruptor del baño tampoco fue de mi ayuda, así que me di por vencida y me rendí ante el negro paisaje que me rodeaba. Mis piernas seguían temblando… siempre tuve miedo, y siempre lo tendré, pero nunca llegó a paralizarme. Con ese pensamiento, seguí, tanteé, toqué las paredes y sin embargo todo daba vueltas, ni las sentía rectas. Entonces, cuando llegué al living, sentí que una mano se apoyó en mi hombro. Su mano era tan grande que sólo recuerdo que sentí que cayó sobre mi omóplato como una bolsa de arena, y mi clavícula quedó atrapada entre sus dedos. El extraño iba a matarme, y me había violado. Había quitado mi dignidad por completo, y si no me despertaba de nuevo, iba a matarme. 

Acaso dejaría que me mate? Quién, qué, será mi asesino?


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