sábado, 3 de diciembre de 2011

Amar y dejar partir



Decir "chau" es optativo, aunque es más fácil callar y darse la vuelta. A veces, incluso, a pesar de ser más fácil resulta lo más efectivo. Nos hacen pensar que las relaciones durarán una eternidad cuando ni sabemos qué vamos a soñar por la noche. Me hacen pensar que las relaciones durarán una eternidad cuando ni sé qué voy a soñar por la noche. Poco sirve pensar así ahora, la meta está frente a mí y sin embargo siempre me doy vuelta hacia el punto de partida. 
Sentí la necesidad absoluta de llorar y lo hice rotundamente, honestamente. Suena paradójico pero al hacerlo siento que al fin me animo a conectarme conmigo misma. Las distancias entre las personas por algo se dan, y siempre está la sensación de culpa que genera un nudo en la garganta, que hace dificultosa esa parte tan esencial para vivir que es respirar. Esa culpa sólo impulsa al estancamiento, sólo hace que uno se hunda en un abismo en el cual se intenta aferrar a lo primero que encuentra... llorar en un hombro desconocido y no animarse a hacerlo con la frente en alto. ¿Sirve culparse? Pocas veces los alejamientos se dieron por cuestiones personales. ¿Sirve buscar una explicación? Nunca voy a encontrarla, nadie me la va a decir. Podría inventarla, podría jugar con mi imaginación y mi lógica por un rato. Podría dibujar mi futuro relajada, podría si simplemente cierro los ojos y me dejo llevar por el dolor, por cada metro y por cada segundo en los cuales me separo y decido superar el por qué. El angustioso por qué.

Lo que algún día tuvo comienzo, tendrá fin
Somos lluvias en un río de abril.
Todo se marcha, todo nos deja 
Seguir.
Es pañuelo que se agita.
Vivir.
Cuando no estés serás una sed
Hebra de luz en tu ser,
mi ser.
Cuánto camino hicieron mis pasos aquí
Hoy sólo soy los abrazos que di
La arena sabrá amar y dejar partir
Quién pudiera tan liviano fluir
Cuando no esté me hará florecer
en tu recuerdo y seré
seré...

No hay comentarios:

Publicar un comentario